Extracto perteneciente al título: La fuga de Elektra Zephyrus.
Registro de Elektra Zephyrus
Registro extraído de las bases de datos de la ciudad de Marelisth, planeta Sillmarem, bajo la supervisión y control del jefe de científicos Chakyn Chakiris.
Código clave: Alpha B446576789.
Clasificación: Nivel 5. (Material clasificado: Alto secreto).
NOMBRE: Elektra.
APELLIDO: Penélope Zephyrus.
EDAD: 33 años Standard.
ALTURA: 1.80. M.
PESO: 80 kg.
LUGAR DE NACIMIENTO: Planeta Chaney.
NACIONALIDAD: Ciudadana adoptiva de Sillmarem.
HISTORIAL PERSONAL: Capitana de las Amazonas de Marelisth y Jefa de seguridad del planeta Sillmarem. Enrolada en varias fuerzas mercenarias en su juventud, a edad muy temprana, tras un incidente social en su planeta de origen: Chaney.
Posee profundos conocimientos de Cibernética, Nanotecnología, genética e
ingeniería molecular. Es especialista en autodefensa y artes marciales.
Reclutada y adiestrada más tarde por Miklos Sillmarem cuando regentaba el planeta y tío de Valdyn Sillmarem. Ha sido formada en todo lo relacionado con seguridad, tanto civil como militar de máximo nivel. Trabaja bajo la supervisión del Comandante Löthar Lakota.
OBSERVACIONES: Parte de su rostro es artificial, aunque apenas es perceptible exteriormente. Clasificada como una Ciborg de la clase Ciborion. Ha tenido un seguimiento psicológico por parte de Noah Salek y Dhalsem Thagore.
CARACTERÍSTICAS PERSONALES: Posee un profundo sentido de la lealtad, autocontrolada
y eficaz, mantiene un arraigado anhelo por recuperar parte de su
humanidad perdida. Independiente y autosuficiente se caracteriza por
desarrollar un agudo rasgo de la responsabilidad.
Fin de registro
Nemus-Iris
“Nadie quiere oír la verdad, porque el mundo que conocemos funciona a base de mentiras y engaños”.
(Crudas realidades históricas, cercanas y lejanas)
Elektra Zephyrus.
El descenso al planeta había sido brusco e incomodo, en aquel instante, las pupilas de Elektra instintivamente midieron la distancia. Rápidamente, se dejaron caer sobre el suelo y ampliaron el radio de acción de sus lentes de aumento,
a la vez que adaptaban la absorción lumínica de sus Opto-visores a los
rayos solares del nuevo día, automáticamente la superficie de los Opto-visores se oscurecieron para absorber el espectro de luz solar, evitando que un indiscreto brillo descubriese su posición. Elektra
activó uno de sus implantes de memoria con datos sobre el orbe en el
que se encontraban en aquel instante. Una ordenada fila de datos se
visualizó en su campo de visión ocular, al tiempo que su mirada
estudiaba la zona con mucha atención, buscando a sus guías Shinday de contacto, sabía que sin ellos no podrían sobrevivir en aquel lugar:
<<Nemus—Iris es el segundo planeta en importancia de Sisfrón, está completamente controlado por los Rebelis y sus guerreros Shinday. Es un ecosistema planetario trasformado muchos siglos atrás con el Sistema Atfón. Es conocida por los lugareños Rebelis
como la tierra de los cráteres azules; repletos de ríos de agua helada
que se deslizan hacia el mar, congelando todo lo que encuentran a su
paso, en los meses de invierno. En sus valles, los vientos suelen
levantarse con facilidad cortando el rostro, cuál cuchilla invisible,
sus espesos bosques de coníferas son usados por los guerreros Shindays para tender emboscadas a la infantería de asalto imperial. Fin de registro>>.
—Debemos obrar con mucha cautela los guerreros Shinday, no se andan con rodeos, son muy celosos de su territorio, en especial con el Imperio —susurró Elektra.
— ¿Es necesario que crucemos por este lugar tan inhóspito? Podríamos dar un rodeo y…
—No tenemos opción —aseguró Elektra.
—Nuestro contacto, ¿sabe dónde encontrarnos?
—preguntó Iván Neutor.
—Lo sabe. Por la cuenta que nos trae —susurró Elektra mal ocultando una sonrisa mientras percibía con el rabillo del ojo como su acompañante tragaba saliva, nervioso. Elektra
volvió a escrutar los alrededores y activó otro registro de su implante
de memoria, de momento la zona parecía despejada: <<Atfón… Atfón: Sistema de generación Atmosférica. Antecedentes. Desarrollos Tecnológicos de la Vieja Terra-Mater:
Las limitaciones por la carencia de oxígeno y la necesidad constante de
suministro por parte de la Tierra, impulsó, a principios del siglo
XXIV, el estudio y desarrollo de un sistema de generación atmosférica
conocido como Atfón, una variante primitiva de los sistemas actuales, que necesitaba hasta tres años standard
para la formación de atmósferas similares a la terrestre. Eso supuso
una gran expansión para las colonias planetarias y el número de planetas
habitables se multiplicó durante los siguientes siglos, creando gran variedad de culturas, todas ellas bajo mando de la Terra Mater. En la actualidad existe una civilización especializada en la transformación planetaria, adaptándolas a las necesidades ecológicas de un ser humano para la subsistencia, son los Crenas.
Activación de submenú 1: Crenas. También conocidos como Terraformadores.
Básicamente, son constructores de ecosistemas planetarios, para
hacerlos habitables al ser humano. Viajan en enormes Naves-Arcas,
perfectamente equipadas para tal fin. En el momento en que sus
pobladores consiguen autosuficiencia económica. Se les toma cobro en sus
producciones, hasta saldar la deuda. Sus operaciones comerciales son a
largo plazo. Transgeneracionales. Su lema es “La paciencia es nuestra
divisa”. También se dedican a la compra-venta y alquiler de planetas>>.
Elektra
suspiró con cansancio. La visualización de datos no le había llevado
apenas unos segundos. Desactivó los registros de sus implantes de
memoria, escrutando los alrededores. Estaba inquieta. Algo no iba bien.
Amplió el zoom de su Opto-visor. Lo cambió, a forma infrarroja y ahí estaba, el casco de un deslizador de asalto imperial. Era un vehículo utilizado por los Casacas Negras del Imperator
del trono de las dos águilas de platino. Dotado con armamento ligero,
solían ser embarcados en acorazados imperiales de la clase “Drakus”. Su capacidad daba para unos doscientos soldados. Al parecer habían sufrido una avería en su motor de plasma. Elektra centró el campo visual de su zoom
sobre un par de oficiales que no dejaban de ladrar órdenes y meter
prisa a los mecánicos y pilotos del vehículo. Parecían nerviosos, activó
de nuevo uno de sus implantes de memoria para que su Opto-visor ocular
identificase la armadura de aquellos guerreros:
<<los Casacas Negras, guardia personal del Imperator Viktor Raventtloft
I. Está fabricada con nanotubos de carbono de tiple capa, reforzados
con células orgánicas adaptables a la intensidad de la luz artificial.
Esta tecnología de triple capa no está disponible en todo el Imperio, se
cree ha sido conseguida por su sobrino, el Conde Alexander Von Hassler, con dinero y sobornos, en el planeta Invenio. Varios foticus (espías independientes) ya han intentado hacerse con esta tecnología, costándoles la vida. Fin de registro>>.
Casacas Negras… —Elektra maldijo por lo bajo su mala suerte.
Un
oficial fijó su mirada en algo que le llamó la atención, con un seco
ademán destacó dos de sus hombres mejor equipados y más rápidos,
ordenándoles que se acercaran cautamente hasta donde la prudencia les
permitía, para rastrear la zona. Fueron los primeros en caer. Sin
desactivar aún sus camuflajes termo-ópticos de combate, dos semicírculos
de atacantes abrieron fuego sobre los “Casacas-Negras” brusca y
rápidamente. Algunos usaban subfusiles láser de tiro rápido, otros rifles. Elektra los identifico como guerreros Shinday, armados con antiguos rifles láser de largo alcance y miras telescópicas, decorados con barrocas ornamentaciones sobre cerámica-plástica, ultra duros y ligeros, típicos de la cultura Rebelis.
Elektra observó como un corpulento Shinday atacó, lanzando un estremecedor gritó, disparando y atravesando el estómago de un rival, cercenando el brazo de otro con su Katana, para después tirar a un teniente Imperial contra el suelo, este no hubo apenas abierto los ojos sintiendo como le hundían una Katana en su pecho. Tiñéndose las dos águilas argentas de su uniforme con un oscuro y pegajoso charco carmín. No terminó de levantarse el Rebelis sintiendo como otro oficial imperial le disparaba a quemarropa destrozándole por completo el rostro. Los disparos se sucedieron a un ritmo frenético, granadas de mano volaron por distintas direcciones creando una auténtica carnicería, la lucha cuerpo a cuerpo fue breve. El fragor de la lucha apenas llegaba a oídos de Elektra y su acompañante, percatándose como al final después de un minuto más de batalla, el polvo se posaba, mostrando un sin fin de uniformes negros en el suelo, siendo desbalijados despreocupadamente por los vencedores, dejándolos finalmente desnudos a la intemperie.
No se molestaron en ocultar ni sus cuerpos, ni sus
rastros. Por último vieron en la lejanía a los Shinday
partir con el botín de la batalla, sin dignarse siquiera a echar una
última mirada al desolador cuadro final de sus recientes actos. El pelo de algunos hombres, estaba chamuscado por los disparos, láser
o carbonizada parte de sus facciones. Otros tenían las típicas marcas
blanquecinas en sus dedos anulares o meñiques, donde antes lucieran una
cara sortija o lujoso anillo de la república Zankla. Típicas diáfanas señales que contrastaban con el color natural de la piel, donde hubo un brazalete de platino o una pulsera. Aquí
y allá se podía ver desperdigados ya un brazo, ya una pierna, ya una
cabeza cercenada junto a un pequeño charco de sangre recién derramada.
Elektra fijó su Opto—visor graduando el aumento de tamaño sobre la herida de un pendiente arrancado sin compasión, con un desgarrón, en los dos lóbulos de las orejas de su último dueño, enmudecido, mientras que algún alacrán penetraba por la comisura de sus labios, cuya lengua había sido arrancada de cuajo. Odio… aquellas gentes tenían mucho odio en su interior.
— ¡Salvajes!... —susurró Iván.
Varias
bandadas de buitres hicieron acto de presencia, girando en cada vez más
cerrados círculos concéntricos alrededor de los cuerpos ensangrentados y
mutilados de los soldados Imperiales.
Tomando tierra finalmente, picoteando primero las cuencas de sus ojos,
como si de un bocado exquisito se tratara, los intestinos o los
pómulos, impregnando sus picos de rapiña. Multitud de insectos zumbaban
incesantemente, hurgando por las llagas y horribles heridas infligidas a inertes estatuas de carne, en las primeras fases de descomposición acelerada por el calor. Elektra
recogió su mochila y su arma, una vez se aseguraron de que el terreno
estaba despejado, prosiguieron otra vez su marcha rumbo norte, con paso
elástico.
—Se baten como demonios —observó tímidamente Iván.
—Sí.
— ¿Y esta gente es la que se supone, nos tiene que llevar Koroma?
—Así es —se limitó a contestar Elektra.
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