Encuentros en la tercera fase (Close Encounters of the Third Kind).
Duración aproximada: 132 minutos.
Género: Ciencia-ficción
Dirección y guión a cargo de: Steven Spielberg
Producida por: Columbia pictures
Fecha de estreno: 1977
Música: John Williams
Lo que más llama la atención de esta
película, filmada en los años setenta,
es su increíble verosimilitud, despertando el íntimo anhelo en el
espectador de que algo así sucediese en la realidad, hasta tal punto que esta
bella metáfora de seres de otro mundo, (en cierto modos idealizados), choca con
otro estreno posterior dirigido por su mismo director Steven Spielberg: “La guerra de los mundos”,
un solvente remake de la novela clásica de H.G.Wells, ofreciéndonos
radicalmente una propuesta opuesta, cuyos seres de otro planeta vienen a
exterminar a la raza humana…
Es curioso como hasta el propio reconocido científico Stephen Hawkins, ha comentado a modo de advertencia que si nos topásemos con otra civilización extraterrestre inteligente, probablemente nos llevaríamos la peor parte. En cierto modo desde nuestros parámetros humanos, no le falta razón, la historia de la humanidad nos demuestra que cuando una civilización con una tecnología superior ha contactado con otra, esta ha sido bien manipulada, sometida, esclavizada o exterminada.
Salvo raras excepciones que han sabido
adaptarse y asimilar tales conocimientos en su propio beneficio…
Aunque, ahora bien, esto es en lo que en
la parte científica se refiere. A una raza no solo lo define su ciencia, si no
su cultura, sus valores y su sabiduría. Quizás
en este sentido, a otra civilización extraterrestre pudiera muy bien no
interesarle contactar con nosotros, por no ser beneficioso ni para ellos, ni
para nosotros…
Dicho esto, podemos sumergirnos y
adentrarnos en la magnífica propuesta que se nos ofrece en este gran clásico de
ciencia-ficción cinematográfica. Aderezado con una excelente ambientación y
efectos especiales de Douglas Trumbull y Carlo Rambaldi, una fotografía y
efectos sonoros ganadoras de sendos oscars de la academia, y una efectista
banda sonora dirigida por todo un maestro en este tipo de trabajos, John
Williams (Stars wars, Indiana Jones, etc.). Todo ello hábilmente dirigido por
Steven Spielberg.
Cómo todas las grandes historias,
engancha al espectador desde el principio sin darle un momento de respiro.
Impactan (a nivel técnico) los juegos de luz en las escenas de los
protagonistas, y el sentido del ritmo con que se enlaza una escena con otra y
desde luego la trama. Los diálogos son precisos y sobre todo los silenciosos
diálogos gesticulares de los protagonistas, que hace que aumenten la intensidad
de misterio, peligro, incertidumbre y miedo a lo desconocido en escenas claves
de la película.
Nos encontramos con tres líneas argumentales que corren paralelas, tras breves nexos de unión hasta fundirse en el apoteósico final del film.
Una protagonizada por un grupo de
científicos protegidos por el gobierno norteamericano, dirigidos por un
científico francés Claude Lacombe
(François Truffaut) y su traductor estadounidense David Laughlin (Bob Balaban).
Los cuales tratan, de encontrar las claves que expliquen una serie de fenómenos
extraños: Como la aparición en el desierto de sonora, de un escuadrón aéreo
desaparecido en la segunda guerra mundial cuyos pilotos están en paradero
desconocido a pesar de que los aviones están intactos y en perfecto
funcionamiento, la de un carguero el Cotopaxi,
desaparecido tiempo atrás en el triángulo de las Bermudas y que
milagrosamente se encuentra en otra parte del planeta, más concretamente en el
desierto del Gobi (Mongolia), para sorpresa de los investigadores. Así como la
desconcertante aparición de objetos volantes no identificados (OVNIS), no sólo
ante aviones comerciales si no en distintas partes de Estados Unidos o en la
India.
En este último país los lugareños memorizan un tipo de mensaje
en forma de cinco notas musicales, que parecen haberles transmitidos tales
objetos. La segunda línea argumental la protagoniza un electricista, Roy Neary
(Richard Dreyfuss, también protagonista de otro éxito anterior de Spielberg:
Tiburón), el cual tras contactar con uno de estos Ovnis, queda tan fascinado
que no ceja en su empeño para descubrir el significado de una obsesiva imagen
mental, que le desquicia hasta tal punto que pierde la unidad de su familia,
dicha imagen es la de una montaña que más tarde descubrirá que es real y que
existe…
La tercera línea argumental la protagoniza una ama de casa,
Jillian, (Melinda Dillon), cuyo hijo ha sido abducido por estos seres de otro
mundo, también vive obsesionada por entender quiénes son estos extraños seres y
que quieren, hasta tal punto que coincide con Roy Neary en la identificación de
la montaña emprendiendo ambos, una desesperada odisea para averiguar que se
oculta en ella…
Lo mejor que se puede hacer, es verla y disfrutarla, por que verdaderamente merece la pena.
Gabriel Guerrero Gómez
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