sábado, 21 de diciembre de 2019

ENTREVISTA A JULIO VERNE




JULIO VERNE


Entrevista realizada por la periodista Laura Rincón, en el diario Guadaqué. Martes 24 de Febrero del 2009.


"El principio del teletransporte es algo muy real"


El 9 de febrero de 1828 nacía Julio Verne, uno de los autores más prestigiosos de la Historia de la Literatura. A modo de modesto homenaje, hemos pedido a otro escritor, Gabriel Guerrero, que se meta en la piel del genial francés, para poder hacerle una entrevista a los 181 años.


ENTREVISTA



Es un placer poder entrevistarlo en el mes que cumple 181 años. Sr. Verne.


¿Podría presentarse a aquellos que no lo conozcan?

Je le ferai avec plaisir… (lo haré con mucho gusto). Me llamo Jules Gabriel Verne. Nací en 1828, en la isla de Feydeau, en el puerto francés de Nantes. Con el tiempo me casé con Honorine Deviane y fruto de nuestro amor nació mi único hijo, Michel.

Pregunta: ¿Cómo ve el desarrollo de la ciencia-ficción desde que usted comenzó este género? 

Respuesta: C’est évident… (es evidente). Muy acorde con la evolución progresiva de la ciencia en sus diversos campos e incluso en la creación de otros nuevos. La ciencia progresa, la mente progresa y, como consecuencia, la imaginación también progresa. 

P: ¿Qué estilos o temas se pueden encontrar en la ciencia-ficción? 

R: Los de siempre: Aventuras, de misterio, policíacas, fantásticas, históricas o simplemente con un fuerte componente científico. Tantos géneros como la imaginación es capaz de crear. La ciencia-ficción crea extrapolaciones científicas, es decir, teorías e hipótesis construidas con bases científicas actuales de lo que podría suceder si tal o cual invento existiese, pero de una manera amena y divertida. Si hay un género literario capaz de contener cualquier otro género dependiendo sólo de la imaginación y creatividad del autor, ése es la ciencia-ficción sin ninguna duda. 


P: ¿Cree que los autores contemporáneos abusan demasiado de las historias sobre el espacio, extraterrestres...? 

R: Peut être… (puede ser). Hay una diferencia sustancial en la libertad de cualquier persona de escribir sobre lo que le apetezca, naves, extraterrestres o Michael Jackson, y la de hacer una novela seria de ciencia-ficción, con una sólida base científica. Esto forma parte de la libertad de expresión y la oferta y demanda editorial. La primera se encarga de entretener y la segunda de la divulgación científica de una forma entretenida, que es diferente. Un buen ejemplo serían las obras del norteamericano Michael Crichton.

No debemos olvidar que el espacio y sus ciencias (astronomía, astrofísica, etc.), simbolizan lo ignoto, la última frontera por descubrir. Hay un antes y un después desde la llegada del hombre a la luna. En mi época, la época de la revolución y desarrollo industrial, eran especialmente importantes los viajes y las comunicaciones como bien puede constatarse en mis obras. Ahora, hay otra orientación e inquietudes: la clonación, hibridación, posible vida en otros planetas, teletransporte etc. Todo evoluciona. La ciencia-ficción también. 

P: De todos los nuevos gadgets imaginados por los nuevos escritores de sci- fi, ¿cuál cree más probable que se haga realidad? 

La mayoría a su debido tiempo. Las bases de muchos de ellos ya están creadas, existen. Lo que preocupa y no se sabe son sus posibles consecuencias en nosotros, los seres humanos, y demás especies del planeta. De esta labor se encarga la ciencia-ficción. De sondear cómo podría afectarnos tales inventos y descubrimientos. Desde robots (ya existen), la clonación humana, biotecnología, nanotecnología, hasta la ingeniería genética y la creación de nuevas especies. De hecho, ya se ha logrado teleportar un fotón, una partícula de luz. Éste es el principio del teletransporte, y es algo muy, muy real. 

No obstante, algo que me preocupa es el avance, cada vez más rápido, de la ciencia y los nuevos descubrimientos. Parece dirigido y dominado por una “capitalización de la ciencia”. Sus patentes al servicio del dinero. En mi época, la ciencia se hacía para beneficio del ser humano y la raza humana. Para vivir en un mundo mejor. Hoy en día, se anteponen los beneficios de las grandes corporaciones multinacionales y su avaricia a los valores humanos. Esto nunca puede traer nada bueno. Debemos ser consecuentes. 


P: Usted imaginó un viaje a la luna y los ha habido. ¿Qué sintió cuando vio pisar la superficie de nuestro satélite por Amstrong? 

R: Una profunda satisfacción personal y también una lección: la realidad, en muchas ocasiones, puede superar cualquier ficción. He aquí un claro ejemplo de ello. 

P: A muchos maravilla la cantidad de descubrimientos que sus novelas adelantaron: Armas de destrucción masiva (‘Ante la bandera’), el helicóptero (‘Robur el Conquistador’), naves espaciales (‘De la Tierra a la Luna’), carrera espacial (‘Héctor Servadac’), grandes trasatlánticos (‘Una ciudad flotante’), Internet (‘París en el siglo XX’), el submarino (‘20.000 leguas de viaje submarino’)... ¿Alma de inventor o es que los investigadores le copiaron las ideas? 

R: Querida, al contrario, me inspiré de ellos y con ellos, gracias a sus conocimientos, pude aventurar mis ideas e historias. El tener acceso a los científicos y conocimientos más avanzados de mi época me lo permitió. En aquellos tiempos, la ciencia era territorio de unos pocos privilegiados. Hoy es un derecho de todos. En este sentido, ha habido un progreso notable, aunque todavía queda mucho por hacer. 

P: También, sorprende su capacidad para hacer de Nostradamus al escribir sobre acontecimientos que ocurrieron muchos años después, como el descubrimiento de las fuentes del Nilo (‘Cinco semanas en globo’) o la conquista de los polos (‘Las aventuras del capitán Hatteras. La esfinge de los hielos’)... ¿Qué bola de cristal usaba? 

R: Vous m’étonnez… (me sorprende usted). Esto me recuerda lo que me dijo mi editor y amigo, Pierre- Jules Hetzel, en 1863 cuando le envié el manuscrito de “Paris en el siglo XX”. Creo que fue así: “Mi querido Verne, aunque fuera usted profeta, nadie creería hoy en su profecía”. Fue uno de mis bisnietos quien, más tarde, encontraría este trabajo para ser publicado como inédito en 1994, 130 años después… 

Mi bola de cristal no es otra que la lógica y la ciencia. Que busca la verdad, el porqué de las cosas, su funcionamiento y esencia, sus causas y efectos. La definición de ciencia de su diccionario de la Real Academia Española de la lengua es muy precisa al respecto. 

“Pagina 549. Ciencia: conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el racionamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales”. “Pagina 550. Ciencia-ficción: Género de obras literarias o cinematográficas, cuyo contenido se basa en hipotéticos logros científicos y técnicos del futuro”. 

Resumiendo, a menudo lo que la ciencia-ficción se atreve a imaginar, la ciencia se encarga de hacerlo realidad. Y tal y como dije en su día: ”todo lo que alguien pueda imaginar, otros lo podrán hacer realidad”. 

P: Su productividad ha sido extraordinaria: una novela por año, además de cuentos, artículos... ¿De dónde sacaba tanta inspiración? 

R: Cuando era joven, mi padre me sorprendió tratando de enrolarme en un barco para viajar y conocer mundo. Si hoy en día es arriesgado, imagínese en aquellos tiempos. Me hizo jurarle (muy a mi pesar) que nunca más lo intentaría. Fui obligado a estudiar derecho, pero esto nunca me privó de mi legítimo anhelo por viajar. Lo que no pude hacer apenas físicamente, lo hice con la mente y mis relatos. ”Voyages Extraordinaires” (“Viajes extraordinarios”) fue el conjunto de mi obra reunida en una colección, como diría mi buen editor Hetzel, ‘con el propósito de resumir todos los conocimientos geográficos, geológicos, físicos y astronómicos elaborados por la ciencia moderna, y rehacer, bajo la atractiva forma que le es propia, la historia del universo’, me gustaría aclarar que de no ser por la audacia, profesionalidad y consejos de mi editor y amigo, Pierre-Jules Hetzel, mis obras no habrían sido ni publicadas, ni conocidas.

P: ¿Quiere añadir o destacar algo?

R: En palabras del introductor de una de mis novelas, Arthur C. Clarke, autor de “2001: una odisea del espacio”: “La investigación científica puede ser la más maravillosa aventura, y por ello nunca pasará de moda”.

Yo no lo habría dicho mejor.








  Foto realizada por la periodista Laura Rincón, en el diario Guadaqué. Martes 24 de Febrero del 2009.












































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