DESCRIPCIÓN
Unión, reúne las cinco novelas principales del universo marino de Sillmarem en un único volumen.
Capítulo: Ekatón
“La impotencia del poder, cuando no logra engañar, corromper, seducir, embaucar o torturar para lograr la supremacía de sus fines, simplemente asesina, asesina y asesina”.
Conde Alexander Von Hassler
Las pupilas, tanto de Löthar Lakota como de Elektra Penélope Zephyrus, por fin pudieron divisar en sus intangibles pantallas 3D cómo formidables barreras en espiral circundaban el acorazado palacio de Thanos, protegidas a su vez por una doble y gigantesca burbuja de cristalanio. A juicio de Löthar, las instalaciones del embarcadero del palacio eran quizás el único punto vulnerable que les permitía acceder al interior estructural de aquel vigilado recinto. Siempre sin olvidar que alrededor del planeta Ekatón orbitaba constantemente una flotilla de acción rápida, custodiando la entrada o salida de cualquier aparato que quisiera cruzar la estratosfera del orbe.
A Löthar le asombró el costo de energía allí empleado en el mantenimiento de los servicios de vigilancia de aquel cuerpo celeste, eran incluso mayores que los del planeta Imperial Ákila. Tras amerizar, guiándose por sus cartas de navegación (Löthar rezaba para que estas no estuvieran demasiado desfasadas), se sumergieron para tomar profundidad, hundiéndose en las profundidades de aquel vasto y desconocido océano.
Elektra tomó nota de los indicadores cerciorándose de que la estructura de su Hidronave estuviera herméticamente sellada, cualquier falla podía ser fatal. El vanguardista diseño de su fuselaje combinaba perfectamente resistencia con maniobrabilidad, su prototipo “Punta de arpón” mostraba tres alas semicirculares que partían de la proa, para terminar fundiéndose en la popa, la cual en una sola hilera usaba tres potentes impulsores de velocidad-luz.
No mucho antes de divisar la entrada del río Thanos en sus paneles, iniciaron las maniobras de ascenso tras reducir al mínimo la actividad de sus silenciosos propulsores laterales de gusano. Löthar gobernó la nave, enfilándola hacia la entrada, mientras Elektra no dejaba de registrar cada metro cuadrado de los muelles con sus cámaras-espía.
El camuflaje de su aparato les estaba brindando la protección que tanto necesitaban en aquel crítico momento. La superior tecnología submarina de Sill era un factor fundamental para culminar la misión con éxito. La Hidronave quedó flotando por unos segundos ligeramente balanceada por el suave oleaje de la superficie marina, tras superar la profundidad de periscopio y haber alzado pronunciadamente en un brusco instante la proa de su nave.
Löthar la niveló con pericia guiando los mandos con suavidad para acceder sigilosamente a uno de los canales del río, superando las redes y barreras de protección con increíble maestría y sangre fría.
A su lado, Elektra vigilaba alerta. Sus visores de navegación, desplegaban con nitidez la panorámica de los muelles del puerto y del lodo bajo sus aguas, junto a demás restos oxidados de basura y trozos de viejas e inservibles embarcaciones menores:
—Si nos detectan aquí, estamos listos —susurró Elektra. Sigilosamente, se deslizaron por uno de sus muchos y enrevesados canales, casi acariciando el barro del fondo sumergiéndose de nuevo con cautela, de vez en cuando alguna que otra embarcación les sobrepasaba en la superficie, abriendo una estela sobre el agua para terminar difuminándose en espumosas ondas.
Sólo el rojizo alumbrado de la cabina de combate resplandecía en el interior de la sala de mandos, reflejándose en los concentrados rostros de Löthar y Elektra. Löthar operó la Hidronave, estabilizando la proa y la popa, con mucha, mucha precisión, hasta situarla exactamente frente a la protegida entrada del embarcadero del Palacio de Thanos. Conectó su Intercom con los de los Delphinasills para darles las instrucciones finales, los cuales aguardaban preparados y completamente atentos a sus órdenes, conscientes de que a todos les iba la vida en ello:
—Delphinasills… —la voz de Löthar les sonó muy baja, casi remota—. Delphinasills…
—Estamos preparados —susurró Valdyn por su intercom.
—Delphinasills, para poder cruzar el portón de entrada tendríamos que disparar con cargas explosivas y nos localizarían al instante, deberéis introduciros cuando el portón se abra, aguardareis bajo el agua hasta recibir la llegada de alguna embarcación.
—Pero el oxigeno…—susurró Troya.
—Tenemos reservas de sobra —le aseguró Löthar.
— ¿Cómo lo haremos? —preguntó Thoth, mirando de reojo a Troya.
—Usareis vuestros trajes y escafandras especiales, acoplados a vuestras bioarmaduras, estas disponen perfectamente sincronizadas y distribuidas micro-discos propulsores a chorro (un derivado de nuestro sistema de navegación de gusano) para desplazaros con facilidad y rapidez bajo el agua. Poseéis en vuestras manos y rodillas magneto-ventosas táctiles, para que os podáis acoplar al casco de cualquier embarcación, así podréis introduciros en el interior de palacio por su muelle principal. Es, a nuestro criterio, el único punto donde jamás sospecharán un ataque. Una vez dentro, ya sabéis que hacer: localizar a Stephan Seberg en la medida de lo posible y neutralizar al Conde, retornad a la nave lo más rápido que os permitan las circunstancias —terminó por decir Löthar, mientras Sarah tragaba saliva lanzando una ansiosa mirada a Valdyn, el cual le tranquilizó con una sonrisa.
Sarah albergaba la esperanza de encontrar aún con vida a su padre, Stephan Seberg. Sólo unos minutos más y se abrió una escotilla en la parte inferior del casco de la Hidronave, permitiendo deslizarse a los Delphinasills unos cuantos metros sobre el cieno del río Thanos, a pesar de sus años de duro adiestramiento, siempre quedaba suelto al azar la incertidumbre de lo imprevisible, el factor desconocido que sabían no podían controlar.
Sus mentes tenían un claro esbozo de los pasos a seguir, localizar al Conde sería la parte más complicada y arriesgada. Introducirse, identificarlo, anularlo y evadirse, fácil de pensar y complicado de ejecutar. El último en salir fue Valdyn, el cual selló la escotilla para después deslizarse con suavidad al fondo del agua. Exploraron con cautela a su alrededor viendo sólo cieno y agua turbia. Estaban muy cerca del atracadero. Cada uno de los Delphinasills escudriñó con minuciosidad lo que su vista y sensores le permitían captar, muy conscientes de los matices de los esquemas de su plan, aguardando en plena inmersión su oportunidad, la cual no tardó en llegar, para su alivio.
La noche cayó sobre la ciudad de Thanos con sorprendente rapidez, las luces de las amarillentas levito-farolas antiniebla de los paseos marítimos no se hicieron esperar, arrancando pequeñas hileras de destellos luminosos sobre la inestable superficie del líquido elemento salado.
Se sumergieron en profundidad, por su propio peso al fondo del río un poco más. Bajo el río Thanos, el comando de Valdyn y sus Delphinasills sortearon obstáculos naturales, rocas y, sobre todo, retorcidos restos de chatarra y desperdicios generalmente soltados por las propias embarcaciones. Percibieron las vibraciones de algo que se acercaba en la superficie, apreciando la inconfundible alargada curvatura del casco, de una embarcación pequeña surcando el agua, que pretendía fondear en el puerto interior de la fortaleza del Conde. Su oportunidad había llegado. Valdyn les comunicó mediante gestos, usando el código de silencio, al resto del grupo la siguiente orden:”estad preparados”.
A sus espaldas, Löthar disparó un par de localizadores submarinos para rastrear los alrededores, su situación era de lo más arriesgada, cualquier precaución era pequeña. Su radar y sonar barrió una amplia extensión de aquella zona portuaria. Se desplazaron en el agua uno a uno, para acoplarse al casco de la embarcación tras la señal de Löthar, en cuanto la divisó dispuesta a atracar en el embarcadero del Conde. El portón de entrada se alzó pesadamente tras cruzar sus viejos arcos de húmeda piedra, los Delphinasills se despegaron de la panza metálica de aquel barco aguardando sumergidos hasta que el embarcadero pareció despejado y sin centinelas. Unos minutos más tarde, el agua cubrió sus cinturas tras bracear unos metros, por último en un esfuerzo final se impulsaron hacia la puerta.
Los Delphinasills activaron sus cinturones anti-g, alzándose pesadamente del agua y aún goteando se encaramaron a los resbaladizos pasillos de carga y descarga, sus trajes aún goteaban cuando apenas se agarraron a los desgatados pasamanos de la escalera, una patrulla de Walkirias cruzó cerca de ellos, obligándoles a conectar sus camuflajes Termo-ópticos. Esperaron a que la patrulla desapareciese para entrar en acción. “Todo despejado”, señaló Valdyn. Tantas horas dentro de la Hidronave les habían entumecido los músculos y las articulaciones, Valdyn maldijo por lo bajo, sus cuellos, hombros y brazos se resentían doloridos en cada movimiento que efectuaban. A sus espaldas se cerró el portón con un brusco y metálico golpe seco tras abandonar el muelle y soltar la barcaza su carga, perdiéndose con el monótono ronroneo de sus turbohélices en la lejanía, ahora estaban solos.
Se introdujeron por un estrecho pasillo para el personal de mantenimiento y marinería, explorando con un diminuto haz de luz proyectado por sus cascos de combate los pestillos de acceso.
—Debemos desconectar las luces de acceso —les observó Valdyn usando el gesticular código de silencio. Troya, Sophy, Zore, Sarah, Thoth, Novak y Ethne aguardaron, formando un desplegado semicírculo de protección, ahora más que nunca dependían de su adiestramiento y coordinación como grupo de ataque. Novak se alzó descubriendo por el visor nocturno de su casco un invisible campo defensivo de líneas entrecruzadas de verdosos haces laser. Hizo una señal de advertencia a Valdyn para que obraran tras él con cuidado y no hacer saltar así las alarmas de aproximación. Con mucho tiento y especial agilidad, se acercó lo suficiente a la cerradura de la entrada de las escaleras de acceso a los recintos interiores y densos jardines colindantes. Novak abrió su mano y un blanquecino haz de luz brotó de la pulsera descodificadora de su muñeca. Un pequeño chasquido automático cortó el silencio fugazmente.
Novak, con sus sentidos siempre alerta, entreabrió prudencialmente la puerta de seguridad esperando unos segundos para con un gesto invitar a pasar a sus compañeros.
Troya, por su parte, comenzó a sondear con las capacidades tele cognitivas de su mente los patrones neuronales identificativos de Stephan y el Conde. En grupos de dos y en intervalos de diez segundos y siempre guardándose las espaldas unos de otros, avanzaron con rapidez, adentrándose por los geométricos jardines y corredores del exterior de palacio.
Sus visores de infrarrojos no identificaron indicio alguno de peligro, pese a todo, la frecuencia del canal de su intercom se activaría en la distancia por Löthar a la más mínima señal de amenaza proveniente del exterior. Afortunadamente, sus trajes eran tan herméticos que impedían emitir ningún tipo de feromona detectable para los dispositivos de vigilancia del complejo de seguridad del palacio. Valdyn se arrastró tratando de encontrar una posición ventajosa donde poder estudiar a gusto aquel lugar.
Era enorme, más de lo que había pensado en un principio. Arcos desintegradores habían sido instalados y hábilmente camuflados en la entrada de cada área; si el sujeto que la atravesaba no poseía un código identificativo, sería fulminado al instante. Valdyn alertó de nuevo a sus compañeros y deglutió esforzándose por recobrar la calma. Se preguntaba dónde demonios estaría el Conde. Podía caber la posibilidad de que no estuviese en el palacio, aquel acorazado bunker de lujo no dejaba de sorprenderle y darle mal pálpito, otra posibilidad a tener en cuenta era que ni siquiera estuviera en el planeta, aunque su servicio de inteligencia le hubiera señalado lo contrario.
De ser así, la operación debía ser anulada sin más dilación. La mente de Valdyn trabajaba furiosamente en busca de alguna pista o señal que le permitiese introducirse en los aposentos de palacio.
Su implante de memoria, le estaba suministrando los datos y características de la distribución de aquel ala del edificio residencial, el plano obtenido por Mutan-Tay era útil, aunque incompleto. Estudiaron cada rincón, esquina, cornisa y ventana o acceso de aquel lugar, sin obtener resultado alguno por el momento.
Los Delphinasills por un instante parecieron desconcertados. Sophy usó el código de silencio con Valdyn, señalándole con la cabeza. Valdyn observó una azotea del palacio identificando a una casi imperceptible silueta. “¡Connors!”. Connors: Maniquís-oscuros, diseñados para misiones muy especificas, tras desempeñar una única misión, después eran reprogramados.
En realidad, eran francotiradores de alta precisión.
— ¡Maldita sea, no contaba con esto...! El Conde tiene Connors apostados en cada esquina y tejado de su palacio —murmuró con rabia Valdyn. “Esto complicará las cosas”, le comunicó Sophy. Debían actuar con mucho tiento. Valdyn ordenó a Sophy identificar su situación y número y eliminarlos lo más rápido posible; si los detectaban, la misión se vendría abajo por completo.
No sólo eran capaces de hacer blanco sobre un sujeto a grandes distancias, sino de envenenarle o introducirle una bacteria especialmente virulenta en estado de “latencia”, la cual sólo sería activada para su propagación en un momento seleccionado en la lejanía. Podían introducir virus paralizantes en la victima así como micro dispositivos espía, que se decía no sólo absorberían la información del córtex cerebral del sujeto asignado, sino de cualquier fuente artificial donde posara sus retinas, activando su sistema neuronal para la absorción posterior de información a tiempo real. Solían ir en grupos de tres. Algunas afirmaciones eran mitos y otras reales aunque preferían no averiguar cuál de ellas eran falsas y cuales reales.
Uno de reflejo, uno de apoyo y el orientador principal. Usaban tecnología de satélite, levito-cámaras o robots de control remoto para obtener planos más completos del blanco seleccionado.
Podían disparar ya fuera desde un vehículo aéreo, como levitando a ras de superficie, bajo el agua o sencillamente escondido camuflado. Sophy observó con detenimiento cómo dos cartucheras rectangulares sobresalían lateralmente de los muslos del primer Connors que tenía enfilado, tal equipo les permitía montar un sofisticado rifle en pocos segundos, con multitud de cañones y munición, variando de calibre según el tipo de objetivo que requiriese en aquellos instantes.
Una dura sonrisa se dibujó en sus labios, sabiendo cómo era el Conde, irían equipados con las más diversas drogas hipnóticas o paralizantes, dispositivos de seguimiento espías o munición para el asesinato ralentizado de un individuo. Sophy estiró los dedos de sus manos.
Para un humano estándar, sus perfiles habrían pasado por completo inadvertidos, pero no para Sophy. La asombrosa agudeza de sus ojos, resultado del más profundo adiestramiento, la capacitaban para este tipo de trabajo y para mucho más. Ante todo, debía ser silenciosa. Tecleó un mensaje cifrado por su intercom, solicitando a Löthar Lakota información logística de apoyo para rastrear las ubicaciones más favorables para un francotirador en aquella zona. En pocos segundos logró identificar al segundo Connors y un poco más tarde al tercero. El resto de Delphinasills permanecieron cuerpo a tierra, sin mover ni un musculo, observando en silencio cómo las manos de Sophy se deslizaban en las fundas de sus muslos y cintura desabrochando los cierres de seguridad de sus puñales especiales, perfectamente adaptados para usarlos como complemento de sus capacidades telekinéticas. La habilidad con que proyectaba sus puñales intimidaba hasta cierto grado a sus mismos compañeros.
Sophy, tras localizar los puntos exactos de sus blancos, siempre consciente de que permanecerían en constante comunicación entre ellos, desenfundó sus armas blancas y por unos instantes suspendió en el aire la primera de ellas, haciendo girar vertiginosamente su punta como una aguda taladradora para lanzarla con asombrosa velocidad y precisión justo a la frente del primer Connors identificado en la azotea del palacio, incrustándola con tal potencia que el cuerpo del Connors se derrumbó contra el suelo, sin emitir el más mínimo sonido. El puñal de nuevo giró, esta vez en el sentido inverso, desenroscándose y retornando con casi imperceptible celeridad a la mano de su dueña. Dos puñales más repitieron al mismo tiempo idéntica operación pero en sentidos opuestos, neutralizando al resto de Connors con eficaz precisión. Sophy los había despachado con sus puñales con suma facilidad para perplejidad de Valdyn, sus intensivos entrenamientos con Chakyn Chakiris en el Laberinto oscuro de Marelisth estaban obteniendo los frutos deseados. “Tenemos vía libre”. Terminó por comunicarles con una despreocupada sonrisa Sophy.
ISBN 9780244078416
Publicado 31 de marzo de 2018
Idioma Español
Páginas 1036
Formato de archivo PDF
Tamaño de archivo 5.66 MB
ID del Producto 23582951
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