domingo, 17 de enero de 2021

CIBERDOMINACIÓN (Extracto del título: El viaje de Leynder).

 



 EL VIAJE DE LEYNDER

 

Capítulo 20. Ciberdominación.

 

          Ditan le devolvió la mirada y asintió en silencio tras hacer un barrido de la estancia con un visor-escáner incorporado en una lentilla biónica de su ojo derecho, automáticamente Leynder Kav activó en su pulsocom su camuflaje termo óptico, desapareciendo del campo visual de Ditan.

        Comenzó a correr superando un pasillo tras otro hasta introducirse en una habitación circular de reciclaje de datos, repleta de curvilíneas estanterías atestadas con una variada gama de dispositivos de almacenaje y memoria de archivos, programas obsoletos y datos. El cierre de seguridad había sido fácil de abrir con un descodificador nanotecnológico portátil con forma de cilindro alargado, Leynder lo puso a la altura del lector óptico, un haz de luz multicolor partió y descargó el virus de desencriptación nanotecnológico, cruzó la entrada comprobando que ante sus pupilas vitrinas aislantes desfilaban alumbradas por una luminiscente luz violácea, observándose cuidadosamente colocadas una riada de objetos extraños y dacto-placas de diferentes tamaños, colores y formas.

         Sus manos se acercaron impacientes sobre un sistema táctil de control para dominar los parámetros de las estanterías donde se custodiaban las dacto-placas, era un tablero táctil circular y luminoso. Para identificar la dacto-placa que necesitaba, debería primero acceder a la base de datos de identificación de contenidos. De nuevo le oprimió en el pecho la extraña sensación de haber estado en aquel lugar antes, en otro tiempo.

        Un poco más a su derecha se activó una holoconsola virtual de acceso, Leynder Kav se acomodó en el asiento y activó los visores de realidad virtual, sus retinas adquirieron un destello blanquecino. Cuando su consciencia se introdujo en el menú principal de la base de datos, alrededor de su campo de visión virtual,  multitud de pistas de información vibraban con una cegadora corriente de datos entrando y saliendo a gran velocidad. Leynder Kav sabía que si la información que volcaba en la red cuestionaba al sistema de gobierno corporativo, automáticamente era apartada por el sistema y en su grado más extremo se tomaban medidas preventivas como el corte de cuentas corrientes del individuo, servicios sociales, sanidad, de transporte o comunicaciones e incluso se le inhabilitaba de su puesto laboral, aislándole y bloqueándole socialmente hasta que adoptase un sumiso y aleccionador cambio de actitud. Si el sujeto en cuestión persistía en su actitud desaparecían automáticamente sus historiales laborales, judiciales, profesionales o familiares, oficialmente dejabas de existir de forma virtual, a esto se le denominaba “Ciberdominación”.

        Leynder Kav comenzó a indagar en  hileras de datos leyendo a tremenda velocidad sináptica sus etiquetas y contenidos.

        El perro guardián de la Ciberdominación era un organismo llamado Censo-red, compuesto jerárquicamente por Ciber censores, Ciber vigilantes y Ciber controladores. Los más odiados y temidos eran los Ciber-cazadores, cazadores de contenidos no autorizados por el estado virtual planetario. Leynder Kav sabía que existía un proyecto en el planeta Nueva Humania dirigido en secreto por Ciberdrem conocido como Ricav. Ricav era una red cerebral interactiva, unía mentes y formas de pensamiento, un derivado mucho más avanzado de la Inteligencia Artificial, con dispositivos capaces de unir e introducirse en los sistemas neurales humanos. Capaz de tomar y ofrecer decisiones de una forma hasta cierto punto autónoma e independiente, aunque con dispositivos de seguridad para evitar su crecimiento y falta de control por parte de sus creadores y diseñadores. Se alimentaba de energía y datos. Incluso a algunos ciborgs y androides se les permitía acceso a sus fuentes de información.

        Ditan en más de una ocasión había mostrado cierta inquietud ante el uso de tal tecnología, si una red se independizaba intelectualmente de sus creadores podría provocar un autentico caos social al controlar todos los procesos automatizados industriales, económicos, sanitarios o de defensa de los diferentes estratos de la sociedad; curiosa postura proviniendo de un ciborg.

        Ditan era un perfecto ejemplo de los logros de su tiempo y Leynder Kav también, una sofisticada androide de combate de máximo nivel. Antaño el cultivo y desarrollo de cerebros biológicos para máquinas a partir de neuronas animales para ser introducidos en cuerpos robóticos, células nerviosas para robots con apariencia y neuronas humanas, habían avanzado hasta niveles inimaginables de sofisticación y desarrollo con una precisión microscópica, eran los comienzos de la tecnología androide, desarrollados posteriormente con éxito por Ciberdrem.

        Ella era un ejemplo viviente de dicha tecnología, sus ojos virtuales no cesaban de cotejar datos a frenética velocidad hasta que encontró lo que buscaba, dacto-placa con un código tridimensional, etiquetada como Ciberdrem-4yi566689, el número de serie coincidía con el de su holoplano de memoria. Leynder Kav se desconectó de la red y activó el sistema táctil de control, abrió una de las vitrinas y tomó la dacto-placa triangular, era la cuarta, aún faltaba una más, aunque ignoraba su ubicación y cómo demonios la iba a localizar, sin esta última el resto eran inútiles por sí solas.

        Rápidamente abandonó la habitación y se dirigió en busca de Ditan, sonrió cuando identificó su silueta, su respiración  casi inexistente, la firmeza de sus movimientos y facciones, la forzada rigidez de sus hombros, su mirada vacía, un intenso halo de frialdad artificial que circundaba cada parte de su anatomía pusieron en estado de alerta a Leynder Kav, aquel no era Ditan.

        Con vertiginosa celeridad, Leynder, con el rostro crispado, ya había desenfundado su subfusil de disparo rápido desesperadamente, sabiendo que podría ser tarde para los dos, todo estaba perdido, la misión, todo. El falso Ditan ya le apuntaba directamente a la cabeza cuando de forma súbita surgió de su pecho una flor de alámbricos y relampagueantes destellos eléctricos, humo, fuego e infinidad de chisporroteos anaranjados, el hedor de una enmarañada hilera de humo  impregnó el ambiente, con un fuerte olor a cables sintéticos y circuitos de su tórax artificial chamuscado. De un puntapié, aquel robot mímico fue empujado contra el suelo por el verdadero Ditan.

—Por un momento creí que habías muerto —susurró Leynder Kav.

—No, todavía no. Vamos, ¡muévete!

La sargenta Leynder Kav, androide de combate de sexo femenino, le había salvado el culo en más de una misión con fuerzas mercenarias bajo el mando del general Arkay, esta vez había sido al revés.

— ¿La tienes? —preguntó Ditan respecto a la dacto-placa.

—La tengo.

Pasaron por la habitación donde Nantiers había estado unos minutos antes mostrando sus productos de joyería. Leynder Kav percibió fugazmente el cuerpo tirado de Shiru, con una sangrante herida en el cuero cabelludo. Nantiers se les unió asustado.

—No era necesario, no era necesario —murmuraba sin cesar.

—Lo era. De todos modos vivirá —cortó con frialdad Ditan.

—Esta vez los tenemos encima de verdad —susurró Ditan.

Leynder pidió silencio mientras se introducían en un tubo-ascensor. Nantiers  sacó un aparato oscuro, desconocido por completo tanto para Leynder como para Ditan, ante la interrogativa mirada de este último explicó parcamente.

—Es un distorsionador de bajo-radio, anulará todos los dispositivos espía de este ascensor hasta que salgamos de aquí.

—Disponemos de cinco minutos antes de que la alarma haga saltar los dispositivos de seguridad y cierre bloqueando todas las salidas del edificio —indicó Nantiers.

Ascendieron hasta una terraza que albergaba el transporte donde habían llegado, era  un colibor, aerocolibrí, un tipo de turbohélice, aparato de gran autonomía muy maniobrable y resistente.

 Un océano neblinoso fluía a su alrededor envolviéndoles y cegándoles de tal manera que les obligó a avanzar con cautela por los ángulos, esquinas y giros de las barandillas de seguridad hasta la salida del helipuerto.

Se introdujeron en la cabina y  activaron el panel de instrumentos, encendiéndose los cuadros de luces de las diferentes holopantallas de control y vuelo.

 

 

Antes de que Nantiers lograse poner su pie en la escalerilla de embarque, un lejano zumbido rasgó el aire, arrancando un ahogado grito de dolor de su garganta, Leynder Kav fue la primera en reaccionar, pero un impacto directo la hundió en el interior de la carlinga.

— ¡Déjalo! Ya está muerto.

— ¡Joder! No podemos dejarlo tirado.

Ditan alzó el aparato y giró  pese a las fuertes corrientes de aire en aquella altura, apenas si pudo estabilizarlo, escrutando con la mirada cómo  multitud de aparatos de seguimiento se acercaban por los alrededores, expandiéndose y abriendo un arco de ataque con efectividad para cortarles la fuga. A la salida del tubo-ascensor una docena de miembros de seguridad de Quantum se mantenían a distancia, protegiéndose con armas automáticas sin cesar de disparar. Leynder Kav comenzó a disparar con su subfusil desde la abertura, comprobando que la cabeza de Nantiers era una masa informe de pulpa sangrienta debida a un impacto directo de gran potencia, no había nada que hacer.

— ¡Salgamos de aquí!

Ditan no se lo pensó dos veces y giró con brusquedad el aparato para acto seguido picarlo y seguir una de las múltiples pistas de tráfico interurbano que cruzaba la ciudad a toda la velocidad que su máquina podía dar. Durante más de cuarenta minutos jugaron al juego del gato y el ratón por los enrevesados cúmulos de edificios que atestaban la ciudad, hasta que por fin lograron llegar a los suburbios de las afueras donde les aguardaba hábilmente camuflado su capsucaza, partiendo después rumbo al planeta Nueva Humania en busca del general Arkay.

Curiosamente en esta ocasión los escuadrones de Ciberdrem no habían hecho acto de presencia.

 

 

 

 



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