(Extracto del título: El viaje de Leynder)
Capítulo. Nantier.
Delicadamente perfumado, aquel lugar
era sencillo y elegante, rodeado de vitrinas de seguridad que exhibían estuches
de terciopelo escarlata con las más finas alhajas que Ditan nunca hubiera
visto, originales combinaciones de exclusiva pedrería: sortijas, diademas,
pulseras, broches, colgantes, relojes, brazaletes, anillos para los dedos de
los pies o gargantillas. El dueño de aquel lugar no sólo era un acaudalado
coleccionista, sino un diseñador y artesano de gran maestría, en ese instante
Ditan comprendió por qué el General Arkay quería hacerse con los servicios de
aquel maestro joyero, al ser el proveedor oficial de muchas corporaciones
poseía el acceso, no sólo a cualquier segmento acomodado de la sociedad de
Nueva Humania, sino a las clases más pudientes de cualquier civilización
conocida de la Alianza Colonial, disfrutando de un privilegio especial para
poder superar las enormes medidas de seguridad que rodeaban a tales élites. Era
de esta manera como pretendía acceder sin hacer ruido a sus bases de datos y
cotejarlos de uno en uno, mediante la colaboración del dueño de aquel lugar.
Su
anfitrión penetró en la estancia por una
disimulada abertura lateral, ignorando deliberadamente a su contacto,
invitándole con una señal a que los dejase a solas. Aquella habitación debía
estar llena de micro dispositivos espía y sofisticados sondeadores corporales.
Ditan se sintió escrutado como si fuera un conejillo de indias, una cobaya a
punto de ser abierto en canal sobre una mesa de disección de cualquier laboratorio.
Desagradable sensación.
—Bienvenidos. Lamento
mucho la espera Capitan Tanau, mi nombre es Nantier Ilfares, soy el proveedor
oficial.
—Sé quién es usted
—interrumpió Ditan con descaro.
Nantien Ilfares era un
hombre apuesto y entrado en años, su rizado pelo blanco y bello y sonrosadas
facciones no restaban ni vitalidad ni juventud a sus azulados ojos, un fino
bigotito blanco pareció agitarse mientras se humedecía los labios.
—Por supuesto, por
supuesto, era de esperar, disculpad mi torpeza, por favor acomodaos.
Ditan sonrió divertido.
—Queréis tomar algunas
cosa, ¿una bebida quizá?
—Sois muy amable, pero
no, gracias.
— ¿Vuestra acompañante?
Leynder negó sonriente.
—Curioso lugar habéis
escogido para vender vuestros productos —observó Leynder recorriendo una vez
más la habitación con la mirada.
—Digamos que hago uso de
él por motivos prácticos y de seguridad.
—Y para evadir impuestos,
aprovechando el vacío legal que supone un lugar de recreo alrededor del planeta
—señaló Ditan divertido.
— ¡Hummm! Cierto, de algo
hay que vivir, aunque las vistas son excelentes, ¿verdad? —destacó hablando muy
rápido y desviando el tema Nantien, como el perro viejo que era en tales lides.
—Cierto. Bien, procuraré
ser lo más breve y explícito posible.
—Os lo agradezco, uno
siempre tiene tanto trabajo por hacer. ¿Quizá después de los negocios os
apetezca disfrutar de la comodidad de nuestras bellas y lujosas instalaciones?
—ofreció esbozando su mejor sonrisa Nantier, lanzando una significativa mirada
al escultural cuerpo de Leynder.
Definitivamente aquel
hombre no le gustaba nada a Ditan, no sólo quería hacer negocio con él, sino
que Leynder hiciera de prostituta para él. Si seguía por aquel camino ese
bastardo dejaría de ser el distribuidor oficial de las corporaciones en no
mucho tiempo, concluyó Ditan para sus adentros. Si aquel estúpido engreído
supiera que tras la delicada carcasa de Leynder se ocultaba un androide de
combate de lo más letal, su conducta cambiaría de forma radical y con razón.
—Me halaga vuestro ofrecimiento,
pero carezco del tiempo necesario. En otra ocasión quizá —contestó Ditan,
distraído.
—Desde luego —asintió
Nantier, adoptando una estudiada pose juntando las palmas de sus manos—. Bien,
¿en qué puedo ayudarle, Capitán…?
—Siendo el proveedor
oficial de las principales Corporaciones de la Alianza Colonial, el General
Arkay considera oportuna vuestra colaboración para ofrecer vuestros productos a
esta lista de tres corporaciones, sólo para que mientras ofrezcáis vuestros
selectos servicios a sus respectivos ejecutivos, Leynder os acompañe. A una señal convenida permitiréis paso a mis
ayudantes y mi persona en el interior de cada corporación. Con sus credenciales
no despertaremos sospechas y nos ahorraremos muchos inconvenientes, Leynder accederá a sus enormes bases de
datos para cotejar una información clasificada e ilegal —pensó Ditan,
después hizo una pausa dejando asimilar aquella información a su anfitrión.
—Por vuestra colaboración
en esta operación se os otorgará la patente de explotación de las compañías de
diamantes de toda Nueva Humania, es decir, se os otorgará libre acceso al
setenta por ciento de sus bolsas de acciones —terminó por decir Ditan,
comprobando como el asombro y la avaricia pugnaban en el ánimo de aquel joyero
un tanto snob para él.
—Me necesitáis para
superar sus tediosos protocolos de seguridad.
—En cierto modo, vuestro
nombre y prestigio les ha servido lealmente durante generaciones, jamás
sospecharán de usted —resaltó Ditan.
Leynder a su lado escaneó
la estancia en la que se encontraban.
—Demasiado arriesgado
—susurró en tono de duda su anfitrión.
—Y los beneficios serán
monstruosos. Sin contar con que demostrará vuestra “profesionalidad” al general
Arkay —insinuó amenazante Ditan.
Nantier no tenía
escapatoria y lo sabía, y lo que era peor, se veía empujado hacía un callejón
del cual no atinaba a vislumbrar el final.
—Perderé a todos mis
clientes, la reputación de mi familia, mi honor de comerciante, ya nadie querrá
hacer tratos conmigo si nos atrapan. Las Corporaciones son muy susceptibles
respecto a sus protocolos de seguridad, no descansarán hasta atrapar a los
intrusos que hayan quebrado sus líneas de seguridad.
—Inculparemos a otras
gentes de segunda fila, no debéis temer nada. Y créeme serás tan rico que no
necesitarás comerciar con nadie, nunca más.
—Está bien, ¿cuándo?
—Serás avisado.
El rostro de Nantier
pareció haber envejecido muchos años en tan sólo unos minutos.
—Bien, esperaré vuestra
llamada.
—Sabia decisión y…
Nantier, no lo olvides, de ahora en
adelante tu silencio será tu seguro de vida y tu fortuna —añadió Ditan.
Nantier asintió con
lentitud, sintiendo como un oscuro escalofrío de terror recorría su espina
dorsal. Ditan se despidió cruzando una mirada de inteligencia, Ditan sintió que
su ánimo se recobraba con inusitada rapidez, incluso con alegría, los planes
del general se estaban cumpliendo con matemática precisión hasta el momento,
salieron con paso vivo de aquel apartado deslizándose por los pasillos del
servicio de mantenimiento.
—Excelente
interpretación, parecías un autentico matón —ironizó Leynder.
—Debía ser creíble, si
queremos hacernos con la primera dacto-placa…
—Querrás decir la
tercera.
—No te entiendo —dijo
Ditan confuso.
—La primera está aquí en
el casino, oculta entre un molde de fichas en la caja de seguridad del
dormitorio de Nantiers, según las indicaciones del holoplano entregado por
Arkay. Ni él mismo conoce su existencia.
— ¿Por qué no me lo
dijiste?
—Le necesitamos para
obtener la tercera dacto-placa, tu actuación no debía despertar sospechas, te
hubieses puesto un tanto nervioso.
—Muchas gracias por tu
confianza —gruñó Ditan—. ¿Y la segunda dacto-placa?
—Un placer y ahora
usaremos el tuboascensor de servicio. Por cierto la segunda dacto-placa está en
el planeta Bhams.
Ditan fue a decir algo
pero Leynder Kav le cortó en seco aproximándose al tuboascensor, Leynder Kav
deformó los rasgos de la epidermis dactilar de su mano derecha, la palma de su
mano era capaz de copiar y formar a nivel microscópico las huellas dactilares
dejadas con anterioridad por el último usuario de la cerradura dactilar que
había usado más recientemente el tuboascensor.
Al mismo tiempo Ditan
activó dos pequeños dispositivos de sus cinturas para activar un camuflaje
termo-óptico que los volvía invisibles a los dispositivos de seguridad, en poco
tiempo subieron al dormitorio de Nantiers. Para acceder a su cámara de
seguridad, al lado de la cerradura de la entrada, activó el secuenciador de un disco
descodificador para averiguar la clave de acceso a las habitaciones personales
de Nantiers, la cerradura se abrió con un suave susurro. Leynder Kav se
introdujo con Ditan y comenzó a sondear el dormitorio de arriba abajo.
—No toques nada, déjame a
mí —susurró en voz baja.
Su escáner ocular detectó
una caja de seguridad oculta tras un panel decorativo. Lo apartó a un lado con
facilidad y activó un descodificador de pulsera para descifrar las claves de
apertura.
—No lo entiendo.
— ¿Qué no entiendes?
—Yo he estado aquí antes.
No sé cómo pero este sitio me es muy familiar.
—Yo no recuerdo haber
estado aquí nunca contigo —murmuró Ditan con extrañeza—. Puede que lo hayas
olvidado.
—Soy una androide, no
puedo olvidar nada, no lo recuerdo pero sé que he estado aquí. ¿Cómo es eso
posible?
—No lo sé, francamente no
lo sé.
Con un suave susurro la
combinación secreta de la caja dio positivo.
Abrieron el blindaje de
seguridad y con suma habilidad Leynder Kav identificó el molde de fichas,
tanteó y localizó una diminuta abertura que le permitió abrir un doble fondo
donde localizó una azulada dacto-placa de forma triangular.
—Aquí está. No lo
entiendo, sabía dónde estaba, esto es muy extraño —susurró Leynder kav
pensativa.
—Vámonos de aquí —terminó
por decir Ditan, mientras se dirigían a los hangares de transporte con una
profunda preocupación reflejada en su rostro.
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