domingo, 16 de agosto de 2020

NANTIER (Extracto del título: El viaje de Leynder)




(Extracto del título: El viaje de Leynder)


Capítulo. Nantier.




           Delicadamente perfumado, aquel lugar era sencillo y elegante, rodeado de vitrinas de seguridad que exhibían estuches de terciopelo escarlata con las más finas alhajas que Ditan nunca hubiera visto, originales combinaciones de exclusiva pedrería: sortijas, diademas, pulseras, broches, colgantes, relojes, brazaletes, anillos para los dedos de los pies o gargantillas. El dueño de aquel lugar no sólo era un acaudalado coleccionista, sino un diseñador y artesano de gran maestría, en ese instante Ditan comprendió por qué el General Arkay quería hacerse con los servicios de aquel maestro joyero, al ser el proveedor oficial de muchas corporaciones poseía el acceso, no sólo a cualquier segmento acomodado de la sociedad de Nueva Humania, sino a las clases más pudientes de cualquier civilización conocida de la Alianza Colonial, disfrutando de un privilegio especial para poder superar las enormes medidas de seguridad que rodeaban a tales élites. Era de esta manera como pretendía acceder sin hacer ruido a sus bases de datos y cotejarlos de uno en uno, mediante la colaboración del dueño de aquel lugar.

        Su anfitrión  penetró en la estancia por una disimulada abertura lateral, ignorando deliberadamente a su contacto, invitándole con una señal a que los dejase a solas. Aquella habitación debía estar llena de micro dispositivos espía y sofisticados sondeadores corporales. Ditan se sintió escrutado como si fuera un conejillo de indias, una cobaya a punto de ser abierto en canal sobre una mesa de disección de cualquier laboratorio. Desagradable sensación.

—Bienvenidos. Lamento mucho la espera Capitan Tanau, mi nombre es Nantier Ilfares, soy el proveedor oficial.

—Sé quién es usted —interrumpió Ditan con descaro.

Nantien Ilfares era un hombre apuesto y entrado en años, su rizado pelo blanco y bello y sonrosadas facciones no restaban ni vitalidad ni juventud a sus azulados ojos, un fino bigotito blanco pareció agitarse mientras se humedecía los labios.

—Por supuesto, por supuesto, era de esperar, disculpad mi torpeza, por favor acomodaos.

Ditan sonrió divertido.

—Queréis tomar algunas cosa, ¿una bebida quizá?

—Sois muy amable, pero no, gracias.

— ¿Vuestra acompañante?

Leynder negó sonriente.

—Curioso lugar habéis escogido para vender vuestros productos —observó Leynder recorriendo una vez más la habitación con la mirada.

—Digamos que hago uso de él por motivos prácticos y de seguridad.

—Y para evadir impuestos, aprovechando el vacío legal que supone un lugar de recreo alrededor del planeta —señaló Ditan divertido.

— ¡Hummm! Cierto, de algo hay que vivir, aunque las vistas son excelentes, ¿verdad? —destacó hablando muy rápido y desviando el tema Nantien, como el perro viejo que era en tales lides.

—Cierto. Bien, procuraré ser lo más breve y explícito posible.

—Os lo agradezco, uno siempre tiene tanto trabajo por hacer. ¿Quizá después de los negocios os apetezca disfrutar de la comodidad de nuestras bellas y lujosas instalaciones? —ofreció esbozando su mejor sonrisa Nantier, lanzando una significativa mirada al escultural cuerpo de Leynder.

Definitivamente aquel hombre no le gustaba nada a Ditan, no sólo quería hacer negocio con él, sino que Leynder hiciera de prostituta para él. Si seguía por aquel camino ese bastardo dejaría de ser el distribuidor oficial de las corporaciones en no mucho tiempo, concluyó Ditan para sus adentros. Si aquel estúpido engreído supiera que tras la delicada carcasa de Leynder se ocultaba un androide de combate de lo más letal, su conducta cambiaría de forma radical y con razón.

—Me halaga vuestro ofrecimiento, pero carezco del tiempo necesario. En otra ocasión quizá —contestó Ditan, distraído.

—Desde luego —asintió Nantier, adoptando una estudiada pose juntando las palmas de sus manos—. Bien, ¿en qué puedo ayudarle, Capitán…?

—Siendo el proveedor oficial de las principales Corporaciones de la Alianza Colonial, el General Arkay considera oportuna vuestra colaboración para ofrecer vuestros productos a esta lista de tres corporaciones, sólo para que mientras ofrezcáis vuestros selectos servicios a sus respectivos ejecutivos, Leynder os acompañe.  A una señal convenida permitiréis paso a mis ayudantes y mi persona en el interior de cada corporación. Con sus credenciales no despertaremos sospechas y nos ahorraremos muchos inconvenientes, Leynder accederá a sus enormes bases de datos para cotejar una información clasificada e ilegal —pensó Ditan, después hizo una pausa dejando asimilar aquella información a su anfitrión.

—Por vuestra colaboración en esta operación se os otorgará la patente de explotación de las compañías de diamantes de toda Nueva Humania, es decir, se os otorgará libre acceso al setenta por ciento de sus bolsas de acciones —terminó por decir Ditan, comprobando como el asombro y la avaricia pugnaban en el ánimo de aquel joyero un tanto snob para él.

—Me necesitáis para superar sus tediosos protocolos de seguridad.

—En cierto modo, vuestro nombre y prestigio les ha servido lealmente durante generaciones, jamás sospecharán de usted —resaltó Ditan.

Leynder a su lado escaneó la estancia en la que se encontraban.

—Demasiado arriesgado —susurró en tono de duda su anfitrión.

—Y los beneficios serán monstruosos. Sin contar con que demostrará vuestra “profesionalidad” al general Arkay —insinuó amenazante Ditan.

Nantier no tenía escapatoria y lo sabía, y lo que era peor, se veía empujado hacía un callejón del cual no atinaba a vislumbrar el final.

—Perderé a todos mis clientes, la reputación de mi familia, mi honor de comerciante, ya nadie querrá hacer tratos conmigo si nos atrapan. Las Corporaciones son muy susceptibles respecto a sus protocolos de seguridad, no descansarán hasta atrapar a los intrusos que hayan quebrado sus líneas de seguridad.

—Inculparemos a otras gentes de segunda fila, no debéis temer nada. Y créeme serás tan rico que no necesitarás comerciar con nadie, nunca más.

—Está bien, ¿cuándo?

—Serás avisado.

El rostro de Nantier pareció haber envejecido muchos años en tan sólo unos minutos.

—Bien, esperaré vuestra llamada.

—Sabia decisión y… Nantier,  no lo olvides, de ahora en adelante tu silencio será tu seguro de vida y tu fortuna —añadió Ditan.

Nantier asintió con lentitud, sintiendo como un oscuro escalofrío de terror recorría su espina dorsal. Ditan se despidió cruzando una mirada de inteligencia, Ditan sintió que su ánimo se recobraba con inusitada rapidez, incluso con alegría, los planes del general se estaban cumpliendo con matemática precisión hasta el momento, salieron con paso vivo de aquel apartado deslizándose por los pasillos del servicio de mantenimiento.

—Excelente interpretación, parecías un autentico matón —ironizó Leynder.

—Debía ser creíble, si queremos hacernos con la primera dacto-placa…

—Querrás decir la tercera.

—No te entiendo —dijo Ditan confuso.

—La primera está aquí en el casino, oculta entre un molde de fichas en la caja de seguridad del dormitorio de Nantiers, según las indicaciones del holoplano entregado por Arkay. Ni él mismo conoce su existencia.

— ¿Por qué no me lo dijiste?

—Le necesitamos para obtener la tercera dacto-placa, tu actuación no debía despertar sospechas, te hubieses puesto un tanto nervioso.

—Muchas gracias por tu confianza —gruñó Ditan—. ¿Y la segunda dacto-placa?

—Un placer y ahora usaremos el tuboascensor de servicio. Por cierto la segunda dacto-placa está en el planeta Bhams.

Ditan fue a decir algo pero Leynder Kav le cortó en seco aproximándose al tuboascensor, Leynder Kav deformó los rasgos de la epidermis dactilar de su mano derecha, la palma de su mano era capaz de copiar y formar a nivel microscópico las huellas dactilares dejadas con anterioridad por el último usuario de la cerradura dactilar que había usado más recientemente el tuboascensor.

Al mismo tiempo Ditan activó dos pequeños dispositivos de sus cinturas para activar un camuflaje termo-óptico que los volvía invisibles a los dispositivos de seguridad, en poco tiempo subieron al dormitorio de Nantiers. Para acceder a su cámara de seguridad, al lado de la cerradura de la entrada,  activó el secuenciador de un disco descodificador para averiguar la clave de acceso a las habitaciones personales de Nantiers, la cerradura se abrió con un suave susurro. Leynder Kav se introdujo con Ditan y comenzó a sondear el dormitorio de arriba abajo.

—No toques nada, déjame a mí —susurró en voz baja.

Su escáner ocular detectó una caja de seguridad oculta tras un panel decorativo. Lo apartó a un lado con facilidad y activó un descodificador de pulsera para descifrar las claves de apertura.

 —No lo entiendo.

— ¿Qué no entiendes?

—Yo he estado aquí antes. No sé cómo pero este sitio me es muy familiar.

—Yo no recuerdo haber estado aquí nunca contigo —murmuró Ditan con extrañeza—. Puede que lo hayas olvidado.

—Soy una androide, no puedo olvidar nada, no lo recuerdo pero sé que he estado aquí. ¿Cómo es eso posible?

—No lo sé, francamente no lo sé.

Con un suave susurro la combinación secreta de la caja dio positivo.



Abrieron el blindaje de seguridad y con suma habilidad Leynder Kav identificó el molde de fichas, tanteó y localizó una diminuta abertura que le permitió abrir un doble fondo donde localizó una azulada dacto-placa de forma triangular.

—Aquí está. No lo entiendo, sabía dónde estaba, esto es muy extraño —susurró Leynder kav pensativa.

—Vámonos de aquí —terminó por decir Ditan, mientras se dirigían a los hangares de transporte con una profunda preocupación reflejada en su rostro.









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